A continuacion se les presentar algunas paginas de la obra "Una araña en el zapato" de diversos autores entre ellos: Gloria Pampillo, Augusto Albajari, Laura Di Marzo, etc.
la obra, ademas de tratar un poco de historia de la literatura, nos muestra diferentes recursos y tecnicas que nos ayudara a escribir mejor.
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La narración reiterada de un hecho que en la historia sucede solamente una vez es denominada repetitiva en la clasificación de Genette. Este recurso de insistencia tiene, en general, el objetivo de atribuir una especial significación al acontecimiento narrado.
En la novela El limonero real 15, del escritor argentino Juan José Saer, el enunciado inicial: “Amanece y ya esta con los ojos abiertos” se repite en cada una de las nueve partes que componen la obra y, sin embargo, lo que se narra es un único amanecer del día de fin de año. No sólo este enunciado narrativo se reitera, sino que se vuelven a narrar las mismas acciones que siempre son los hechos que realizan los personajes en ese mismo día aunque cada relato utiliza diferentes tiempos verbales. Un significado que se ha atribuido a la repetición en el Limonero real es que subraya la visión de un mundo en el que los personajes, habitantes de la ribera del Paraná, se mueven en un tiempo cíclico, pautado por la sucesión de las estaciones y el ritmo de las épocas de pesca o de cosecha o de las frecuentes inundaciones. El tiempo está regido por las reiteraciones cíclicas de la naturaleza, no es el tiempo de las ciudades. Es por eso que crea la ilusión del detenimiento, así como las vidas de esos personajes estancados en un presente sin salida.
El relato en un único enunciado de un hecho que se repite en la historia de denomina iteración; se manifiesta generalmente con el tiempo verbal del pretérito imperfecto y con la utilización de verbos como soler o acostumbrar, en construcciones tales como: “Tomaba la ruta del sur para llegar antes del amanecer” o “solíamos despertarnos sobresaltados por el menor ruido”. La utilización de este recurso es frecuente en los detenimientos narrativos, en la descripción y también en el resumen en relación con la duración temporal. Aparece acompañado por construcciones adverbiales que modalizan la repetición, como por ejemplo, “casi siempre”, “a menudo”, “cada diez minutos”.
En “la espera”, la iteración ayuda a construir la rutina cotidiana de un tiempo monótono, lento, que parece no avanzar y que, finalmente, se revela como el tiempo que llevó la espera de los asesinos de los
15 Saer, Juan José, El limonero real, Buenos Aires, CEAL, 1981
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Cuales el personaje había creído huir. La ambigüedad del protagonista aparece en la paradoja de esa reclusión que intenta para esconderse de quienes lo buscan mientras, por otra parte, no se mueve de ese sitio: los espera.
El señor Villari, al principio, no dejaba la casa; cumplidas unas cuantas semanas, dio en salir un rato, al oscurecer.
(…) leía con borrosa esperanza una de las secciones del diario. De tarde, arrimaba a la puerta una de las sillas y mateaba con seriedad. Puestos los ojos en la enredadera del muro de la inmediata casa de altos.
La contraposición entre estos dos tipos de frecuencia ---la iterativa y la singulativa--- construye, en “Flor de cocuyo” una oposición entre los mandatos del `debe ser´ relacionado con la vida académica, y la aceptación de la atracción sexual mas allá de los prejuicios de la clase cultural. El relato de las infidelidades del marido de Clotilde es iterativo, como si lo que se cuenta sucediera una y otra vez, hasta el hartazgo, atravesando las generaciones:
Y tú la veías del auto amarillo chatarra de su marido y subir las escaleras del edificio de Humanidades, maletín en mano, mientras todos se miraban con malicia en los ojos porque sabían que al dar la vuelta el carro con el marido de Clotilde adentro, se detendría frente ala biblioteca y allí se montaría la jamoncita bibliotecaria flaca (quien lo hubiera dicho), mosquita muerta (del agua mansa líbreme Dios) y no volverán hasta dos horas mas tarde todos los lunes, miércoles y viernes mientras Clotilde daba sus dos clases matutinas de ingles 121, ingles 315.
Y, a continuación, el relato toma la frecuencia singulativa para narrar la historia de la universitaria con su amante, y relatar las cosas que suceden sólo una vez: “Él te vio venir y se preparó. Se seco el sudor de las manos en los muslos, engancho el pie derecho en el pretil que tenia detrás y te miró”.
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Tiempo de la narración
Los relatos canónicos implican generalmente, en relación con la historia que cuentan, una temporalidad concluida, cerrada; los acontecimientos que se narran ya han tenido lugar, han sucedido en el pasado inmediato o lejano y por eso pueden narrarse. Aunque este rasgo vale para cualquier tipo de relato como histórico, el periodístico, el cotidiano o el literario, en la narrativa contemporánea es contradicho. La subversión va desde textos que son narrados en presente, como la novela ya citada de Juan José Saer, El limonero real, hasta la utilización del diario intimo o de la narración epistolar en los que se supone que los hechos van sucediendo a medida que se narran. También es necesario consignar que existen relatos en futuro, de tipo premonitorio, como los relatos de los oráculos proféticos de la antigüedad.
Pero el tiempo de relato no es la única instancia temporal del texto. Como se dijo antes, la narración o enunciación ficcional tiene su propia temporalidad. A menudo aparece la voz del narrador evaluando lo que cuenta, estableciendo comparaciones o reflexionando sobre su propia condición de narrador de esa historia y las dificultades que esto le acarrea. Este tiempo del narrador es en realidad el presente de la enunciación ficcional, el tiempo en que el acto de narrar se lleva a cabo.
Esta situación narrativa, que es el acto a través del cual un sujeto ficticio se hace cargo de enunciar un relato a otro---u otros---sujetos, también ficticios, desarrolla una instancia temporal diferente de la del tiempo del relato. Es necesario recordar aquí, en el caso de los textos narrativos literarios, que este sujeto que toma a su cargo la enunciación produce un acto verbal ficcional que es el relato mismo. Este acto verbal, entonces, tiene su propia dimensión temporal, el tiempo de la narración, diferente de la instancia del tiempo del relato, que es la que Gérard Genette analiza en Figuras III y cuyas categorizaciones acaban de ser referidas.
La situación narrativa ficcional, que supone la donación de un relato por parte de un narrador a un auditorio o lectores, puede ser evidente o no. Por ejemplo, en “El halcón”16, que es un relato tradicional, como en la mayoría de los relatos clásicos, el narrador y el destinatario no
16 Giovanni Boccaccio, op. Cit.
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Son representados. El relato sucede, como si los hechos aparecieran de manera casi espontanea ante nuestros ojos, y su narrador en ningún momento se señala a sí mismo; no hay posibilidad de identificarlo a partir de un pronombre ni de un deíctico.
En muchas narraciones contemporáneas, en cambio, la situación narrativa es evidente; aun si el narrador no participa de la historia que cuenta, se manifiesta ya sea porque se representa narrando ---el ejemplo ya citado de Borges en “El cautivo” cuando dice: “no quiero inventar lo que no sé” o porque deja marcas en el texto quedan cuenta de su actividad.
Este último caso sucede en un relato de Rodolfo Walsh: el narrador de “Irlandeses detrás de un gato”17 no da ninguna señal de sí hasta avanzado el relato, cuando los chicos irlandeses pupilos en el colegio por fin cercan al Gato ---el alumno nuevo que se ha rehusado a pelear en consideración a la superioridad numérica del adversario y ha logrado esquivarlos con habilidad felina---. Entonces, cuando el Gato araña a uno de ellos y huye con un salto formidable, aparece súbitamente el narrador y exclama: “¡Fogoso gato! ¡Tu terrible desafío aún vibra en mi memoria, por que yo era uno de ellos!”
Desde el punto de vista de la temporalidad, con esta exclamación se instaura la lejanía entre la instancia narrativa de un narrador adulto que es el que esta narrando y el tiempo del relato, que es el de la infancia en el colegio y que se va construyendo a medida que se desenvuelve la historia entre esos chicos y el Gato. La fuerza exclamativa de la invocación subraya la distancia, al mismo tiempo espacial y temporal, que existe y que el mensaje supuestamente atravesaría.
El tiempo de narración como instancia diferente de la del tiempo de lo narrado se hace mas evidente aun en “Diario para un cuento” de Cortázar, relato que ubica al narrador escribiendo en París, durante el mes de febrero de 1982, mientras los sucesos que trata de contar se ubican en Buenos Aires de la década del cuarenta. El proceso de composición del cuento se exhibe mediante la escritura del diario, verdadero proto-
17Rodolfo Walsh. “Irlandeses detrás de un gato”, en los oficios terrestres, Buenos Aires, de la Flor, 1986.
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Colo que refleja los debates del narrador-escritor para la creación del relato18.
A partir del siglo XX aparecen a menudo entremezclados en el discurso de ficción este tiempo del relato que despliega la historia ante los ojos del lector y el tiempo de la narración que introduce reflexiones diversas sobre el acto de narrar o evaluaciones del narrador sobre lo que esta narrando. Este procedimiento tiene directa relación con el auge de la literatura metadiscursiva, que generó una escritura que se problematiza y autorrefiere, que exhibe sus recursos en un juego cuya referencia ya no es únicamente la historia que se cuenta sino, a menudo, el proceso mismo de la escritura del texto, la situación del narrador, la rebelión de los personajes hacia el autor y otros. El siglo XX instala en las obras literarias la propia literatura como tema.
Análisis de la temporalidad en
“Es que somos muy pobres”19, de Juan Rulfo
El escritor mejicano Juan Rulfo (1918-1986) tomó la vida de los campesinos pobres de su tierra como tema recurrente de su literatura; un mundo violento y desgarrado que él conocía de cerca y al que supo describir en sus textos narrativos donde se mezclan el dolor y la poesía. Su libro de cuentos El llano en llamas, de 1973, al cual pertenece el relato “Es que somos muy pobres”, precede en dos años la aparición de su novela Pedro Parámo.
Este cuento narra las consecuencias catastróficas que tiene una inundación para una familia campesina. En esta familia, las dos hijas mayores se han dedicado a la prostitución y el padre las ha echado del hogar. Tanto el padre como la madre y el hijo menor temen que Tacha, la tercera hija mujer de la pareja, que acaba de cumplir doce años, se prostituya como sus hermanas. Para su santo, el padre le ha regalado una vaca a Tacha por-
18El capitulo sobre `voz´ retomará este tema, puesto que la situación narrativa ---objeto de análisis en este capitulo--- es una instancia cuya temporalidad se identifica con el tiempo de la narración.
19Juan Rulfo, “Es que somos muy pobres”, en El llano en llamas, Barcelona, Planeta, 1953.
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que piensa que si tiene ese capital, alguien va a estar dispuesto casarse con ella, y así va a evitar que se repita el destino de las dos mayores. A es vaca, que ya ha tenido un ternero, la arrastra la creciente del río.
El tratamiento de la temporalidad es un recurso muy significativo20 en la construcción de este cuento por los efectos de sentido que crea. El niño de la familia, que es el narrador, comienza su relato cuando la inundación ya está aconteciendo:
Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de Aguas, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
La utilización del tiempo presente en este relato genera un efecto teatral, como de escena, reforzado por la frase inicial, “aquí todo va de mal en peor”. Esta representación se enfatiza por el hecho de que los acontecimientos del presente desde el cual se enuncia la historia son, en realidad, muy pocos porque abarcan únicamente al chico que mira el río desde una barranca mientras abraza a su hermana que llora en la pérdida de la vaca su temida perdición. El tiempo base aparece únicamente en este presente con que abre el cuento y se retoma en el final, cuando el relato ubica espacialmente la situación de enunciación: el niño está con su hermana mirando el agua desbordada y relata la lamentación de Tacha sobre su pecho, “inundada en llanto” en una última imagen que asimila el fenómeno de la naturaleza a la manifestación de los sentimientos del personaje:
Por su cara corren chorrete de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más
20Tambien es muy significativo en este cuento el procedimiento de la focalización que se abordará en el capítulo siguiente.
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