El lenguaje en la escuela
El domingo 19 de agosto del presente año, Luis Jaime Cisneros escribió en su columna, “Aula precaria”, sobre el lenguaje en la escuela. El autor nos dice que un plan de estudios se formula para promover modificaciones en la conducta de los alumnos. Por lo que al enseñar cursos distintos que están relacionados con el lenguaje es normal que los profesores se preocupen de la forma como el alumno esta aprendiendo. El planteamiento ideal de la enseñanza lingüística en la primaria debería estar sujeta desarrollo de la claridad de expresión del alumno. El lenguaje le tiene que servir al niño para que vea claro dentro de si mismo y este sujeto al aprendizaje de la experiencia. Tomando en cuenta lo anterior podemos decir la escuela inicia su labor con el niño tarde, ya que es requisito para acceder a ella que el estudiante tenga un manejo incipiente de la lengua oral. Dicho manejo no indica que el niño deba saber la técnica lingüística sino conciencia de que el lenguaje cumple diferentes funciones, como transmitir intensiones, sentimientos, deseos, etc.
La escuela no aprovecha en la mayoría de los casos, el manejo que tiene el niño de la lengua oral sino que se preocupa por lo gramatical. Por esto es importante preguntarse como podemos aprovechar esta cualidad en el nivel primario de la enseñanza de la lengua. Se debería plantear adiestrar al alumno en arte de decir y comprender, en sus perspectivas de conversación. Estas son actividades, dificultosas, pero ¿Por qué decimos que son difíciles estas actividades? Lo decimos porque en la mayoría de escuelas primarias, en América Latina, se da prioridad a la lengua escrita, antes de inspirarle confianza y oportuna conciencia de la oralidad y de su eficacia comunicativa. Pero la oralidad es ahora el horizonte adecuado para adquirir los servicios que ofrece el lenguaje, lo que conduce al alumno a tener conciencia de rol como `emisor´ y `receptor´ de la comunicación con el prójimo. En la práctica de la lengua oral el niño afirma su seguridad y confianza. La oralidad nos permite apreciar el valor socializador del lenguaje y permite que el muchacho aprenda a discernir los diferentes contextos en los que pueda estar relacionado el lenguaje. La oralidad recibe la ayuda de la gesticulación y la melodía. La entonación es un instrumento importante que hay que poner en relieve antes de internalizarse en la lectura.
En las escuelas primarias europeas. Los niños se recrean con el lenguaje. Dicen poesías, romances, jitanjáforas, juegos de palabras. Parece como si alguien les hubiese mostrado lo agradable de la lengua. Después de que aquellos niños dominan la oralidad viene el aprendizaje de la escritura. De este modo se permite que logren el verdadero fin de la lengua: la adecuada expresión.
El aprendizaje inicial de la lengua necesita que la escuela apoye a mejorar la vacilación inicial con la cual el niño se mueve, hasta que quede reemplazada por la destreza. Antes de enseñarle al alumno a leer, se necesita que el niño aprecie los acentos y los juegos tonales. Que aprenda a entenderse y entender a otros.
Es importante que se tome en cuenta que aprender a expresarse facilita el hecho de aprender a escribir, muchas veces los niños escriben tal y como oyen y muchos de ellos no son capaces de entender un texto precisamente por que no han desarrollado completamente su oralidad. Por lo que se debería implantar en el sistema educativo, en la actual currícula que se sigue en las escuelas primarias el desarrollo de la oralidad.
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